de mirada bipolar... Poco a poco se va arrancando las medias de la vanidad. Supongo que todos nos cansamos de ser malos, sé un poco acerca de eso...
Gracias por llevarme a ese concierto. Sentía que todos esos ojos cubrían mi desnudez. Y a pesar de sentirme avergonzada... no podía de dejar de pensar en ti. Con humedad, con pudor, con rabia...
Y de fondo, Satán se consumía en medio del escenario. Él me excita cuando se viste de señorita. Tú me excitas más, cuando te vuelves aún más malvado que él.
En un estante del mueble del comedor, reposa sentada la gatita de papel.
Está ahí, inmovil, mirándonos a todas horas, el entrar y salir de la estancia.
Permanece así... seria, callada,
con unos grandes ojos anhelantes de que alguien la mire,
que descubra su semi-desnudez, sus deseos de pasión, de sexo...
su necesidad de ser utilizada.
Yo sé que la pequeña gatita nos mira...
nos observa cuando follamos tirados en el sofá del comedor,
cuando me montas en la mesa y juegas a que soy tu plato,
el primero, el segundo y muchas veces también el postre.
también cuando me arrastras de los pelos por el suelo,
me arrancas la ropa interior de un tirón
y fornicamos como animales salvajes que no conocen la razón.
Yo la miro y ella me mira a mi.
Puedo ver sus pequeñas lágrimas de papel...
y sonrío... pero también me conmuevo...
debe ser muy triste tener un corazón inalterable...
vivir esperando que alguien se pare a mirar
y sentir el temor a la humedad...
el miedo de que todo aquello que te moje,
por dentro y por fuera,
pueda acabar siendo el final.