Cuentan que cuando él murió,
ella le transformó en un pozo oscuro
cuyas aguas gemían tanto
como su propia tristeza.
Afligida, abatida y desolada...
lloró tanto por su amor perdido
que su cuerpo se transformó
en un fresco manantial
diluyéndose... llegando hasta él y
fluyendo juntos en el agua eterna.
Leyenda de Egeria a su amado Numa
Parque del Laberinto (BCN)