No hay marcha atrás,
porque la vida ya te arrastra
y te empuja hacia el fin.
Quisiera haberme arrepentido menos,
no hacer daño a quién no
lo merecía y aprender,
mucho antes de que llegaran
los errores.
Pero no hay vuelta atrás.
La experiencia es una vieja
conocida que no cesa.
Aprendo a golpes lo que
no me enseñaron las palabras.
Cierro los ojos,
navego en el tiempo
y me repito una y otra vez
que lo malo no volverá.
He crecido, he cambiado...
y sigo viva.
Que revienten los gusanos
de la culpa y cicatricen
mi cuerpo.
La vida me lleva,
a veces me arrastra...
Y ya no hay vuelta atrás.