La gente está triste.
Se enfada, llora, se deprime,
se separan, se aislan, gritan,
pegan, matan.
La ciudad está llena de gente triste.
Gente sola. Vacia. Apagada.
Se hieren unos a otros.
Se recetan pastillas para olvidar.
Para no recordar lo infelices que somos.
Lo grises que nos volvemos.
Y nadie tiene el valor de decirnos la verdad.
Que la felicidad está por dentro,
escondida en cada uno de nosotros.
No hay formulas mágicas.
Y si sigues respirando, puedes
seguir intentado ser feliz.
Aunque la valentía de enfrentarse a
uno mismo requiere su esfuerzo.
Es más fácil vivir en las sombras.
Es más sencillo no permitirse sonreir.
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