La fiera salvaje asoma por las esquinas de tus ojos.
La veo removerse acechante...
oigo su respiración sedienta de placer.
La gata mira fijamente,
pudiendo marcharse y no lo hace.
Le encanta tentar lascivamente al animal.
Podría escapar del arañazo, del golpe,
del mordisco irracional.
Se estremece bajo el aullido indomable de la fiera cruel.
Escupe, desgarra, penetra, traspasa con fruición...
La herida es bella, piensan mientras estallan.
Las marcas del amor, la ira del querer...
Lamiendo los estigmas queda el felino desvalido,
mientras la fiera aguarda bajo sueños oscuros.
Me mira con el ardor de los deseos más profundos.
Adorando esta locura pienso que...
Estamos hechos, tú y yo,
del material del dolor, del amor, del placer...