domingo, 3 de abril de 2011

Educación y otros desastres

Hay una preocupación que debería quitarnos el sueño a la mayor parte del rebaño de personas que pertenecemos a este amplio y manoseado concepto de sociedad.
Además de la crisis, los conflictos internacionales, la conciliación familiar, mantener ese puesto de trabajo que tanto odiamos,  llegar a final de mes y otros quebraderos personales que nos  recuerdan lo dura y dificil que se hace la existencia día tras día.

La educación es uno de los índices más claros de que crecemos,  aprendemos y transmitimos a las nuevas generaciones este código efectivo.
Evolucionamos y la educación debe ser consecuente  y pilar fundamental para que ello suceda.

Que seamos uno de los países con más fracaso escolar, más absentismo  y con unos niveles PISA más a la cola debería ser una preocupación colectiva. Más sonada incluso que las tasas de paro o el incremento
de la gasolina.

Pensamos a nivel general que la educación es un proceso innato que se adquiere por el sencillo hecho de crecer. Que con la escuela debería ser suficiente y que parte de este fracaso recae sobre la institución de la educación pública en este país. Toda esta serie de creencias arraigadas en el pensamiento colectivo es lo que hace que poco a poco se pierda la necesidad de creer en que la educación la creamos entre todos, tanto fuera como dentro del colectivo escolar.

Hay un desencanto general que no se deja de demostrar año tras año en las estadísticas.
Y no es que a los padres no les interese  la educación que reciben sus hijos, y desde luego pongo la mano en el fuego a que todo padre en el mundo desearía para su hijo una educación y un futuro prometedor.
Pero con una hipoteca, una jornada de hasta 10 horas y el resto de preocupaciones mundanas se hace imposible poder, además, educar a tu hijo del modo que uno desearía.

Lo he comprobado en persona y a través de la experiencia. Y hay demasiados comentarios que hacer y temas de los que tratar. Y la conclusión realmente efectiva que saco es que todos hacemos lo que podemos en el ámbito educativo, tanto profesores como padres, y está científicamente demostrado que con eso no basta. La educación a nivel global requiere más interés por parte de órganos de gobierno, planificación social, beneficios a los colectivos, etc. No basta tan solo con hacer partícipes a padres y educadores y responsabilizarlos de que la educación en nuestro país vaya como vaya.

La sociedad ha cambiado demasiado en estos últimos 50 años. A un ritmo frenético.
Hemos pasado de ser una sociedad obrera que recibe órdenes a ser una sociedad repleta de información que nos permite cuestionarnos el poder existente y ser críticos con todas las influencias que recibimos de fuera.
Y eso es importante, pero también es caótico, porque todavía no hemos sabido digerirlo
ni dirigir estos beneficios a la mejora de la sociedad, sin caer en la trampa de convertirnos en las marionetas más informadas de la era actual.
La información es un arma de doble filo y hemos de saber gestionarla. Y para ello debemos invertir en educación, para formar nuevas generaciones de cuidadanos críticos que sepan cómo gestionar los recursos y hacer de la nuestra una buena sociedad en la que vivir.

Demasiada tela para poder cortarla en un solo post.
Mi intención es dejar un video que a mi me parece muy fundamental para poder entender qué es lo que está pasando con la educación en nuestra época y hacia donden tendríamos que mirar para que el cambio se produjera.

Pienso que el compromiso al cambio debería provenir de muchas personas y sectores:
de las universidades que forman a los profesionales y que carecen de espíritu crítico, al educar solamente en la teoría y aislar la educación de nuestras aulas de toda la problemática que la rodea.
de los profesionales que día tras día tienen la obligación perpetua de hacer todo lo posible para hacer de sus alumnos unas mejores personas,
de los padres que son los pilares de la educación de toda persona y deberían actuar más conjuntamente con la escuela,
de los órganos de gobierno, que deberían plantearse el fracaso escolar y la desmotivación de la educación pública no como un grano en el culo, sino como un verdadero problema contra el que se puede actuar invirtiendo en todos los campos en los que se puede invertir.
etc...

Cuando ves la ilusión, el desaliento, la dificultad, la capacidad de superación y la magia de los niños en la cara al aprender cualquier pequeña cosa (desde sumar a qué ha pasado con el tsunami de Japón) entiendes que educar es algo más que impartir conocimientos y que es algo importante la responsabilidad de educar a esas pequeñas personitas para que el día de mañana puedan llegar a ser ciudadanos felices y capaces de decidir cómo es la educación que quieren construir para que se eduque a sus hijos y a la sociedad que ellos mismo han creado...
Y ese brillo en los ojos de los niños es lo que inspira reflexiones tan profundas como esta que estoy haciendo.