domingo, 26 de septiembre de 2010

Llegó el final



La muerte es la suerte con una letra cambiada.
Sufrir el instante equivocado.
Pagar el ajuste de cuentas del destino. 

Maria, Sylvia Ji

viernes, 10 de septiembre de 2010

Aniversario



... Y desperté el primer día,
como hacía un año,
sabiendo había hecho 
la mejor elección de mi vida...

ESTAR A TU LADO.



jueves, 2 de septiembre de 2010

La tristeza de no verte sonreir



La gente está triste.
Se enfada, llora, se deprime, 
se separan, se aislan, gritan,
pegan, matan.
La ciudad está llena de gente triste.
Gente sola. Vacia. Apagada.
Se hieren unos a otros.
Se recetan pastillas para olvidar.
Para no recordar lo infelices que somos.
Lo grises que nos volvemos.
Y nadie tiene el valor de decirnos la verdad.
Que la felicidad está por dentro,
escondida en cada uno de nosotros.
No hay formulas mágicas.
Y si sigues respirando, puedes 
seguir intentado ser feliz.
Aunque la valentía de enfrentarse a 
uno mismo requiere su esfuerzo.
Es más fácil vivir en las sombras.
Es más sencillo no permitirse sonreir.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Hija de la gran perra



Un día de verano.
Mañana o tarde, no sabría decir.
Tengo la imagen en la memoria, 
pese a lo mucho que la odio.
En la linde del rio una chica, 
de espaldas.
Puede que tenga unos 15 o 16 años.
Lanza algo al rio, 
se vuelve a la cámara y se rie.
Podrían ser piedras, lo parecen,
de hecho. Como ese juego de hacer
que reboten en el agua, como si 
fuésemos magos.
Pero no son piedras.
Se agacha a coger otro.
Y vemos una bolita de pelo,
una bolita que gimotea, 
tímidamente.
A los pies de la chica, 
unos perros recién nacidos.
A penas sientes el gemir de animal
lo ves volando hacia las frías aguas 
de rio.
Tan frias como mi corazón en ese
momento.
La chica se gira, rie, y mira a la
cámara.


De verdad que lucho por quitarme
esas imágenes de la cabeza.
Y lucho por no llorar, solo de 
la rabia e impotencia que me dan.
Lucho, por contener a mi imaginación, 
que me lleva hasta donde ella,
a la tranquila vorera de ese río en verano.
La agarro del cuello, con fuerza, 
entre las dos manos, 
sintiendo el palpitar agonizante
de los últimos minutos de su vida.
Y la miro a los ojos.
Y me rio yo también.
Y una vez su garganta ha dejado
de gruñir, la agarro del pelo
y la lanzo con fuerza a esas
frías aguas que la arrastran, 
lejos, muy lejos...
Allá en donde el rio te hace olvidar.

No sentiría pena de verla morir.
No, porque ella tiene la elección.
La elección que no ha dado a esos animales.
Me dan miedo las personas así.
Las crueles con el ser indefenso.
Y me da miedo que ese dolor
sea para ellos motivo de risa.
No concibo gente así en este mundo.

Les deseo lo mismo que han provocado:
dolor, sufrimiento, risas de fondo...
Y el tenue borboteo del agua helada,
anunciando la muerte a su paso.
Ojo por ojo para ellos.