viernes, 10 de abril de 2009

Monstruos o la belleza convulsiva ...


Leo las siguientes palabras y me conmueven :

" Solía adorarlos. Aún adoro a algunos de ellos. Con esto no quiero decir que sean mis mejores amigos, ellos me han hecho sentir una mezcla de vergüenza, temor y asombro. Existe una especie de leyenda acerca de los monstruos. Como esa persona que en un cuento de hadas te detiene y te exige que resuelvas un acertijo. La mayoría de la gente se pasa su vida temiendo pasar por una experiencia traumática. Los monstruos nacieron con sus traumas. Ellos ya han pasado su prueba."



Son las palabras de Diane Arbus, una de las mejores e inusuales fotógrafas del s.XX , tachada de decadente y de mal gusto por unos y de respetable y digna de culto por otros, cuya vida se transformó en un circo, tan frenética y deforme como los seres que su cámara retrataba.
Arbus liberó sus demonios particulares, sus pasiones, sus miedos y extravagancias a través de la fotografía. Lo hizo a través de un conjunto de fotos pobladas de personajes singulares, retratando un lado oscuro de la realidad que estaba poblado de monstruos arrebatadoramente humanos, seres estrafalarios y dramáticos, como sacados de una pesadilla. Inmortalizaba con una emoción, sensibilidad y sutileza característicos, donde se dejaba entrever un lado humano que cautivaba, por singular y perturbadora que fuese la fotografía.



Así fue Arbus, la dama que se dejó devorar por sus propios monstruos, aquella que salió del bienestar de su acomodada familia y se arrastró en la noche por todos aquellos rincones oscuros y sucios, en busca y captura de almas castigadas de las que alimentarse, de seres terroríficos, yendo al encuentro de lo grotesco y lo bellamente horrible... vagos, borrachos, fenómenos de circo, nudistas, prostitutas, travestidos, parejas de barriadas pobres, retardados, niños especiales, gemelos, enanos, gigantes, locos, pervertidos, exhibicionistas...



Diane se sumergió en la oscuridad, depresiva, caótica, desenfrenada, exhibicionista, se aficionó a las orgías, a la masturbación en lugares públicos, a disfrutar de sus propios monstruos, tanto hombres como mujeres... enardeció ante un mundo que la arrastraba, un mundo al que no pertenecía, pero que hizo suyo... y se suicidó.



Supe de esta fotógrafa y de su singular historia por una película que ví, un día cualquiera en un época de mi vida en la que algo bullía en mi interior. "Retrato de una obsesión" abrió una pequeña fisura en mi interior que dejó salir algunos de las perturbaciones que llevaba dentro, sin ni si quiera yo saberlo.


Me cautiva su historia, su recorrido y su trágico final... pero lo que de verdad me conmueve y me convulsiona por dentro es leer que la fascinación de Diane empezó por descubrir que los monstruos no eran imaginarios, sino reales. Esos seres (enanos, idiotas, contrahechos) siempre habían sido para ella motivo de atracción, de reto y de temor porque constituían un desafio a muchas convenciones. El terror estaba vinculado a lo que yacía en lo más profundo de su subconsciente. Cuando contemplaba deformados, deficientes... pensaba en un ser oculto y antinatural que llevaba dentro de sí misma. En su infancia le habían prohibido que mirara todo lo que fuera anormal, y como se lo habían prohibido, Diane los miraba con una profunda atención, desarrollando una misteriosa simpatía por toda rareza humana.



Todos los seres que retrató estaban empañados por una belleza frenética. Sus fotos fueron ese espejo donde pudo conocer(se) y descifrar(se) esa monstruosidad que en algunos vive muy bien guardada y que en otros se escapa a la superficie como una extraña metáfora que cala los huesos.



Al igual que Arbus, yo también me asomé a ese espejo alguna que otra vez
y también sentí que la imagen que se veía reflejada me devoraba...

Hace tiempo que encerré a mis monstruos bajo llave.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó la entrada,excelente. Yo supe de Diane Arbus porque la escuché nombrar en una película y me intrigó saber quien era,y acá terminé;observando la mayor parte de sus fotografías y fascinándome con su peculiar historia de vida. Algunos simplemente no podemos ser lo que nacimos siendo por el resto de nuestras vidas.